nieve en las montañas

nieve en las montañas
Paisaje calmo

viernes, 8 de septiembre de 2017

LOS ODIADORES


Vivimos entrelazados, ocupando a veces territorios adyacentes, incluso en ocasiones un lugar geográfico común, En la misma ciudad, entramos por el mismo patio y nuestro metabolismo es semejante, por eso nuestras enfermedades tienen una cohorte de síntomas que podemos identificar como comunes. Llenaría paginas de similitudes antes de encontrar las diferencias que caracterizan a los aborrecedores de lo diferente.
Los odiadores son personas como los demás pero sienten un enorme desprecio por los matices de la parte de realidad que pensamos conocer. 
Juzgan las irisaciones del brillo ajeno como amenazas a su propio reflejo, sencillamente porque no reconocen que lo hacen de manera similar.
Su odio monolítico, es un  sentimiento indestructible que sustenta una verdad absoluta, sin fisuras, sin ponderación frente a otras verdades, infalible, tautológico.
El odio es proteico como proteicos son los humanos que lo sustentan. 
Odian tanto, que entre si también se separan, aunque en ocasiones apliquen sus propios subconjuntos.
La lista de odiados es universal y duradera:
Negros, blancos, indios, judíos, árabes, mujeres, hombres, chuetas, catalanes, valencianos, vascos, gallegos, castellanos, madrileños o Andosinos, cualquier identificador puede desencadenar el prurito interior que se lleva mal en tiempos tranquilos y hace efervescencia en tiempos inciertos.


Para los odiadores, las diferencias lingüísticas son la quintaesencia del desafío a su autoafirmación.
La lengua de los otros, carece no solo de gramática, literatura, historia, sino del derecho de uso, escritura y cultivo. No existe la poesía, ni el sentimiento que procura ser lengua materna, nada. El odiador en su articulo único de su única ley universal, abomina del lenguaje diferente. Puede sin embargo amar otra lengua que como símbolo exprese la unificación utópica de la unidad que desea.
Frente a utopías "peligrosas" el odiador tiene y mantiene la única utopía que puede entender.
Puede amar a shakespeare pero no a Joan Salvat-Papasseit, Shakes le resulta familiar y la doble ss es en si misma sospechosa.


El odio, sin embargo, tampoco es patrimonio de odiadores doctorados, es un sentimiento universal alimentado por determinadas maneras de reforzar el pensamiento. Quizá como tantos otros mecanismos evolutivos estará siempre en nuestro código genético esperando arder cuando perdamos la capacidad de juicio y nos fragmentemos en razones. Luchando en nuestro interior  entre una obligada diversificación evolutiva y un reconocimiento identitario que nos da seguridad.

Todos los días me esfuerzo en evitar el proselitismo de odiadores, sea cual sea su naturaleza, para que no me capten para su iglesia. 
Hace mucho tiempo ya que milito en el credo de la humanidad y su diversidad. 
No somos una unidad de destino en lo universal ni siquiera como especie.

Puc fer-ho i dec fer-ho, soc com tu però diferent.