Ni el árbol en el aire,ni las nubes
en el profundo mar,existir pueden
LUCRECIO
Águila bajo las nubes. |
Ahora que lo pienso la frecuencia de milagros ha disminuido enormemente desde mi infancia.
Hace años (años 50) los milagros eran relativamente frecuentes. A los niños nos gustaban todos aquellos acontecimientos extraordinarios cuyo significado necesitaba ser interpretado profesionalmente.
La verdad es que los hecho de menos y no dejo de esperar un milagro que "Premie a los buenos y castigue a los malos"...era tan bonito.
Recuerdo una vez en el colegio, todos reunidos en el patio, la visita de un misionero. ¡Le habían cortado la lengua! y nos mostraba su cavidad bucal con el músculo seccionado.
Curiosos inspeccionábamos una y otra vez la boca de aquel prodigio viviente que hablaba como si tal cosa.
Luego todo ha sido un sin dios y hasta los laringotomizados han aprendido a hablar.
Ya no se para el sol y los eclipses y los meteoritos salen por televisión.
Y es que nos vendría tan bien uno o dos milagros....¡Que se estire un poco!.
Lo que pasa es que ya no nos conformamos con el caramelo del besamanos que tenía efectos antigenicos. Ahora necesitamos milagros globales y esos son de traca.
Por eso Wert y Rouco quieren la religión de contrato indefinido y sin despido...nada de reformas.
Y es que la fe mueve montañas pero para moverlas no hay nada como una buena burbuja de ladrillo.
El milagro de los panes y los peces actualizado en suelo y cemento.
Y es que sin formación...¿como vamos a entender los milagros?.